¿Un mejor cuidado de la boca podría ser parte del camino hacia una mejor salud cerebral?
Por Laura Williamson, American Heart Association News
Un aliento fresco, una sonrisa bonita y dientes y encías sanos son las razones por las que nos cepillamos los dientes todos los días y acudimos al dentista dos veces al año.
¿Qué pasaría si el cepillado y el uso del hilo dental también ayudaran a mantener sano nuestro cerebro y el resto de nuestro cuerpo?
Los expertos dicen que existe esa probabilidad.
En la boca viven por lo menos 700 tipos de bacterias distintas, algunas de las cuales provocan enfermedades de las encías y otras infecciones. Cada vez hay más pruebas que indican que tales infecciones se vinculan con enfermedades crónicas en otras partes del cuerpo, como el cerebro y el corazón. Aunque los investigadores saben acerca de esta relación desde hace tiempo, aún no es claro qué es lo que aparece primero ni por qué.
Incluso algunas investigaciones recientes revelan que los problemas en la boca existen décadas antes de que las enfermedades crónicas salgan a la luz en otras partes, lo que sugiere que infecciones como la enfermedad de las encías podrían servir como señal de alerta.
"La gente se sorprende de que la boca es donde se desencadena lo que ocurre en el resto del cuerpo", dijo Ryan Demmer, profesor asociado de la división de epidemiología y salud comunitaria de la Universidad de Minnesota en Minneapolis.
Demmer dirigió un estudio de 2020 publicado en la revista Neurology en el que se mostró que, comparadas con las personas sin enfermedades de las encías, las personas con estos padecimientos en la mediana edad tenían más probabilidades de desarrollar demencia o deterioro cognitivo leve a lo largo de 20 años de seguimiento; y, que, las personas con infecciones lo suficientemente graves como para provocar la pérdida de dientes, tenían el doble de probabilidades de sufrir pérdidas en la salud cerebral.
A medida que las personas envejecen, también cambia el equilibrio de las bacterias buenas y malas en la boca, lo cual crea un entorno más vulnerable a las enfermedades de las encías y a otras infecciones que se relacionan con un mayor riesgo de padecer enfermedades como la diabetes de Tipo 2, las enfermedades cardíacas, los ataques cerebrales y la demencia. No obstante, aún se desconoce si esos gérmenes son los causantes de las enfermedades crónicas al contribuir a su desarrollo, o si simplemente hacen que el cuerpo sea más vulnerable a ellas por crear inflamación.
Saber que las enfermedades de las encías preceden a otras afecciones crónicas no significa que las estén causando, advirtió May Ahmad Beydoun, científica del laboratorio de epidemiología y ciencias de la población del Instituto Nacional del Envejecimiento.
"No conocemos la causalidad", dijo, "porque no sabemos si hay algo más que esté confundiendo la relación entre las enfermedades de las encías y el resultado".
El año pasado, Beydoun dirigió un estudio que se publicó en la revista Journal of Alzheimer's Disease, que demostró que los adultos mayores con indicios de enfermedad de las encías eran más propensos a desarrollar demencia durante un periodo de hasta 26 años de seguimiento, comparados con personas con bocas más sanas.
Los investigadores tienen teorías acerca de cómo los problemas de salud bucodental pueden conducir a otras enfermedades, dijo Demmer; sin embargo, estas aún no se han comprobado.
La teoría predominante es que la inflamación sistémica es el hilo que conecta todas las partes. Una de las posibilidades es que un desequilibrio de bacterias buenas y malas en la boca envíe toxinas al torrente sanguíneo, lo cual desata una respuesta inmunitaria que crea una inflamación sistémica de bajo grado. Se cree que la inflamación desempeña un papel en el desarrollo de las enfermedades cardíacas, los derrames cerebrovasculares y las demencias, incluidas la demencia vascular y la enfermedad de Alzheimer.
Otra teoría, según Demmer, tiene que ver con los organismos beneficiosos de la boca y el intestino que se necesitan para transformar los nitratos en la alimentación (provenientes de alimentos como las verduras de hoja) en óxido nítrico, el cual ayuda a mantener la buena salud de los vasos sanguíneos y a reducir la presión arterial. Conforme las personas envejecen, quizás no haya suficientes bacterias buenas para convertir adecuadamente los nitratos en óxido nítrico. La alta presión arterial aumenta el riesgo de la demencia y es una de las causas principales de padecer ataques del corazón y cerebrales.
Sin embargo, la prevención no es tan simple como cepillarse mejor y usar hilo dental, o hasta utilizar otros productos como el enjuague bucal. El enjuague bucal también mata las bacterias buenas, dijo Demmer, por lo que su uso excesivo podría alterar aún más el equilibrio.
Una buena salud bucal ayuda a reducir la inflamación, pero es probable que no sea la única forma de mantener las bacterias fuera de la boca, dijo Beydoun.
Algunas de las bacterias nocivas pueden provenir del intestino, no de la boca, dijo. Los investigadores han descubierto que cuanto más grave sea la enfermedad de las encías, mayor es la presencia de Helicobacter pylori, la bacteria que provoca las úlceras y que vive en el tracto digestivo. Beydoun cree que la H. pylori también puede desempeñar un papel en el desarrollo de la demencia.
Recientemente dirigió un estudio publicado en Molecular Psychiatry en el que descubrió un mayor riesgo de padecer la enfermedad de Alzheimer y otras demencias entre los hombres de mediana y avanzada edad con altos niveles de H. pylori. Beydoun dirigió otro estudio publicado en la revista Alzheimer's & Dementia en el cual se descubrió un mayor riesgo de demencia entre los adultos mayores con enfermedad de las encías que tenían niveles elevados de H. pylori. Espera investigar más acerca de estas conexiones en futuros estudios.
También es posible que la mala higiene bucal podría empeorar otras condiciones de salud, más no iniciarlas, señaló Demmer, agregando que, si ese es el caso, "es probable que aporte de manera lenta a lo largo de la vida de la persona. No es realmente que se trate de un solo suceso disparado el curso de un día o una semana".
Es difícil diseñar estudios a largo plazo que hagan un seguimiento constante de las variables a lo largo de los años, dijo Demmer. Eso se debe a que, a menudo, el sistema estadounidense de seguro médico impide que las personas mantengan una atención dental constante o se cuente con buenos expedientes. Entonces, para responder a las preguntas acerca de cómo las bacterias orales contribuyen a las enfermedades crónicas, se necesitan estudios que midan esas bacterias en las personas a partir de los 40 y 50 años y que lleven un seguimiento de 20 años o más.
"Queda mucho por hacer", dijo Demmer. "También tenemos que averiguar si hay intervenciones que puedan prevenir el desarrollo de las demencias. Estamos muy lejos de lograr eso y se requerirán muchos años y muchos estudios complicados".
Si tiene una pregunta o un comentario sobre este artículo, por favor mande un correo electrónico a [email protected].