¿De dónde vienen los antojos de comida y cómo podemos pararlos?
Por Laura Williamson, American Heart Association News
Para algunas personas, es el chocolate. Para otras, la pizza. O quizás la comida china, las hamburguesas con queso o las papitas fritas.
La mayoría de la gente tiene ciertos tipos de antojos de comida. ¿Pero de dónde provienen esos antojos? ¿Y qué se puede hacer para controlarlos, si fuera posible?
Los antojos no son nada más que el deseo de recibir un tipo de recompensa, dijo la Dra. Rajita Sinha, profesora de psiquiatría y neurociencias en la Facultad de Medicina de la Universidad de Yale en New Haven, Connecticut.
"Diferentes cosas pueden provocarlos: olores o indicaciones visuales, por ejemplo", dijo ella. "En el caso de la comida, nuestros sistemas sensoriales activan las vías asociadas con la motivación y las recompensas en el cerebro. No tenemos que ver la comida de por sí, sino la gente, los lugares y las cosas que nos recuerdan una comida que es gratificante para nosotros. Esa señal motivadora aviva nuestros cerebros".
Los estudios han revelado que la exposición a señales relacionadas con la comida pueden aumentar el ritmo cardíaco, la actividad gástrica y la salivación, así como un patrón de respuestas en varias rutas del cerebro asociadas con la recompensa. También se ha demostrado que la estimulación alimentaria activa el metabolismo de la glucosa, el proceso necesario para convertir el alimento en energía, y la liberación de dopamina, la sustancia química en el cerebro involucrada en motivarnos hacia cosas gratificantes y agradables.
Los antojos de comida no son lo mismo que el hambre y pueden ocurrir sin ningún estímulo, como cuando la gente se priva de un alimento que el cerebro identifica como gratificante y no puede dejar de pensarlo.
Estas rutas de recompensas están conectadas a las regiones del cerebro donde ocurre la toma de decisiones, dijo Sinha. "Una parte del cerebro detrás de la frente agrega el concepto de valor. Como cuando hueles un pastel de chocolate y piensas, '¡Vaya, esto tiene un gran valor porque sabrá rico y sería una recompensa para mí!' La recompensa es una señal poderosa".
Hay una razón evolucionaria para ello, dijo la Dra. Meghan Butryn, profesora y subdirectora del departamento de ciencias psicológicas y cerebrales de la Universidad de Drexel en Filadelfia.
"Nuestro cerebro evolucionó durante un período extenso en la historia de la humanidad cuando el acceso a la comida no era seguro y a menudo la comida estaba escasa", dijo Butryn. "Estábamos muy motivados a buscar alimentos altos en calorías, y cuando por fin tuvimos acceso a esos alimentos, queríamos comer mucho de ese alimento. Considerábamos gratificante comer ese alimento porque nos había ayudado a sobrevivir.
"Todos esos circuitos en el cerebro que crean la sensación de recompensa cuando comemos aún existen, aunque el entorno en el que vivimos ha cambiado", dijo ella. "Hoy en día, en la mayoría de los países desarrollados, hay una abundancia de acceso de alimento, y nos tenemos que esforzar muy poco para obtenerlo".
Los patrones de alimentación, sin embargo, se vuelven habituales o automáticos, junto con las asociaciones entre los alimentos y las recompensas que nos brindan, dijo ella.
"Cada vez que te comportas de cierta manera, la respuesta que recibes predice la probabilidad de volver a comportarte así", agregó Butryn. "Cuando comemos sodio, azúcar agregada y grasas saturadas, recibimos una gran respuesta de recompensa que da forma a nuestro comportamiento y nos hace comportarnos de esa manera otra vez".
Pero eso no quiere decir que no podemos superar esos sentimientos. Simplemente tenemos que esforzarnos para hacerlo, dijeron Sinha y Butryn.
Una manera de superar los antojos de comida es con la distracción, comentó Sinha. "Tú mismo puedes dejar de pensar en la comida, decirte a ti mismo que necesitas trabajar y que tienes otras cosas por hacer".
Otra estrategia es aceptar lo que sientes pero no seguirlo con una acción, un proceso que se llama navegar con el deseo, dijo ella. "Es una forma muy bonita de decir que puedes pensar sobre el deseo de comer de una manera reflexiva. Nota el deseo y reconócelo. Si piensas sobre el deseo pero no haces nada al respecto, el deseo se disipa. Esto nos demuestra la interesante manera en que el cerebro responde. La parte del cerebro que agrega valor y está asociada con el sistema de toma de decisiones, también recibe información del sistema cognitivo".
El problema, dijo Sinha, es que la gente a menudo no puede esperar. "Reaccionamos a ello".
Resistir los deseos es más difícil para algunas personas que para otras. Un estudio neurológico publicado en la revista International Journal of Obesity en el 2019 halló que los hombres con obesidad tenían que esforzarse más para lograr control cognitivo frente los antojos cuando se les presentaban estímulos alimenticios, que los hombres sin obesidad. Otros estudios han encontrado que los hombres y las mujeres tienen diferentes tipos de antojos: los hombres generalmente desean alimentos salados, como la carne, y las mujeres desean alimentos más dulces, como el chocolate.
Reducir las exposiciones a los estímulos de los alimentos puede ser útil, mencionó Butryn.
"Modifica las partes de tu entorno de comida que puedas, para que estés menos expuesto y tengas menos acceso a alimentos muy tentadores que no forman parte de una dieta saludable", agregó ella. "Cuanto menos te expongas a ellos y más difícil te resulte acceder a esos alimentos, con el tiempo todo eso reducirá tus antojos".
Eso se puede lograr al no comprar esos alimentos desde el principio, comentó Butryn. "La mayoría de las calorías se consumen en el hogar. Si no tienes acceso en el hogar a los alimentos que más deseas, no es necesario tener tanta fuerza de voluntad para resistirlos".